domingo, 28 de septiembre de 2008

El corazón perplejo de los cronopios

Aquí estamos tú y yo,

altivo corazón,

en desbandada.

A fuerza de caer, desvanecidos,

y a fuerza de cantar,

enajenados.
El corazón perplejo
Carlos Marzal




Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.

Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.
El canto de los cronopios
Julio Cortázar

4 comentarios:

volare dijo...

Qué lindos los textos que has escogido. Yo también soy un poco cronopia, me temo :)

Besitos

Anónimo dijo...

Pobrecitos, los cronopios, tan chiquitos.

Escotomo dijo...

Tregua catala tregua espera

natalia manzano dijo...

jejejejejejejejeje

me encanta esta foto.
va a volar lejos... conociendo mundo.
y el texto me toca bastante. apuesto a que puedo ser tres o cuatro de las cosas que Cortázar cuenta en el mismo día.