Málaga está siendo extraña. Me voy. Aún no sé a dónde. Pero qué extraña sus aceras. Ahora los fines de semana. De lunes a viernes vivo en una cafetería, a treinta minutos en tren de esas aceras. Qué extrañas. Hoy he salido a fotografiarla. Como quien observa por última vez un cuerpo desnudo. Casi con vergüenza, casi con la misma desnudez, una junto a la otra. Como a una amante. Cómo la he querido, me decía. Cómo me gusta esta ciudad, me decía. Cómo voy a echarla de menos. Como a una amante, la he capturado en siete imágenes. Qué extrañas sus aceras. Y ese malestar tan de repente. Por si acaso, siete fotografías. Y decir, quién sabe, me voy. Quizás por el adiós. Como a una amante. Cuánto la quiero. Cómo la echo de menos. Cómo me gustó estar allí.