La situación es la siguiente: mientras estudio la variación intencional o impropia en el lenguaje llevo un dedo a mi lengua -por asociación de ideas-, paso las manos por mi pelo, pestañeo el sueño varias veces, bostezo y me toco periódicamente la nariz hasta que, de repente, me doy cuenta: el olor de mi saliva me recuerda a ti.
Me recuerda a ti. Abajo los perfumes.