Cita médica
Desde hacía años aniquilaba los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes con la rutina de los enfermos: párpados rojos, tos, fiebre, delgadez, sobrepeso, náuseas, sopor. El hospital le ofrecía un sueldo escaso para cualquier médico pero sus exigencias vitales (café, comida para gatos, pan, cerveza, carne) eran cubiertas sin preocupaciones. Se había acostumbrado a sonreír diez veces por cada cifra a jefes y clientes. Además, los jueves, resultaba casi un placer saborear esas palabras:
-Está todo bien, como siempre. Ya puede vestirse.
Ella comenzaba por la falda.
Desde hacía meses aniquilaba los jueves con la rutina de los enfermos en una sala de espera. El hospital, privado para más señas, le ofrecía buen café y la fortuna de un trato especial (diez sonrisas por cifra era la cláusula firmada).
- Está todo bien, como siempre. Ya puede vestirse.
Él se incorporaba (solía recoger con una mano las medias rotas del suelo).