Mi hermana mayor se sienta delante de mí. Mira su móvil. Está aburrida. Oigo lo que dicen mis tías: hablan de hijos, sobrinos y nietos. Observo a mi madre, a lo lejos: ríe. Sus amigas le acompañan en la risa. Detrás de la barra mi padre cocina. Uno de mis tíos corta jamón serrano. Otro sirve vino dulce en vasos diminutos. Los hielos se derriten en mi copa. El calor se precipita en la nuca de los niños que juegan bajo el sol del mediodía. Alguien ordena la música según us preferencias. Mi sorbina se acerca y me muestra con pudor una rodilla que sangra. Mis tías hablan ahora de sus pasados veinte años. Mi hermana mayor limpia la herida de Celia. Mi madre me observa. Sonrío. Alguien con micrófono imita a Raphael. Mi familia. Mi familia
Desde que llegué no me hago otra pregunta: ¿si Cortázar los hubiera conocido, qué clase de relato habría escrito de ellos?
4 comentarios:
me gusta la dulzura de niña que enseña las heridas con pudor. me gusta que te detengas a mirar cosas que pueden verse sin palabras.
podríamos imaginarnos el relato, pero a lo mejor la realidad es mejor que la ficción.
yo no tengo hermanos. para mi esa frase que escribo pesa como una lápida. casi la enseño con pudor.
no obstante, mi familia hace muchísimo ruido.
Hablaría de Celia. Seguro.
un miau de café para ti :)
Quéeee waaaay, Fara! Pero ya te vale. Yo no estoy ni en las fotos ni en el texto. Snif.
Besos, Ohana.
Ara.
Pues seguramente hablaría desde fuera y haría un relato con algo a lo que agarrarse como todos los suyos. Tu tienes la ventaja de que puedes ficcionar desde dentro.
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