jueves, 30 de octubre de 2008

No crucen las vías


Diez

Nueve.
Son nueve y representan
todo lo que no he querido decirte.
El profesor dicta:
“la esencia del instinto del lenguaje
es transmitir noticias”.
Entonces me pregunto la respuesta inevitable:
¿para olvidar te escribo?
¿para anunciar que te he querido?
¿para borrar, al fin?
He necesitado nueve poemas
y una coda que ocupará algo más
de una docena de versos
para fotografiarme desnuda
y arrojar al fuego
mis ojos.

Si no escribiera
tendría que renunciar a la imagen de tu voz,
al sonido que se filtra algunas noches
en mis piernas y susurra
“más tarde habrá que llorar”.
El profesor dice:
“siempre nos quedará el recurso de la poesía”.

Si no escribiera,
cubriría de hojalata mis rincones,
ofrecería mi sonrisa más gris,
el metal sería mi pulso.
Tendría que soldar mis dedos, vigilarlos.

Nueve.
Son nueve y no bastan,
sé que no son suficiente,
pero cuando las manos tiemblan
el azúcar puede ser lo más importante.

Discúlpame que no acabe.




2 comentarios:

El Porquero de Agamenón dijo...

No está mal arrojar al fuego los ojos para después recobrarlos y llenar otros ojos con la pasión del fuego. Pessoa "Yo soy del tamaño de lo que veo y no del tamaño de mi estatura".
Magnífico el diálogo de los cronopios, especialmente la primera parte. Enhorabuena.

New Newyorker dijo...

Mi número preferido siempre fue el 7. Se hace más facil