sábado, 29 de noviembre de 2008

Desierto


  • Sólo hizo falta un brindis por amor -le quiere y se ha ido- para que el color acre conquistara los reinos más cansados y sutiles de mi cuerpo. Y ahora este desierto detrás de mis talones.
  • Dicen que es un lugar indomable: no hay calles en su calle, no hay árboles ni parques, ni coches, ni aceras, no hay fuentes, no hay nubes, identidad ni tiempo. Pero esta tierra estéril se presta a las metáforas y a mi forma doliente de quererte. Por eso yo la habito.
  • El día aquí es furiosamente ardiente, las noches son metálicas navajas y, bajo el lamento de un sol penitente, el aire gime indecoroso y su quejido es el dolor de la carne. Por lo demás, la soledad aquí se suma en abstracciones. Por eso reino yo este desierto: a fuerza de erosión me erige como arena, viento u horizonte, y puedo ser en un extenso instante el baile que hace el sol hacia occidente y la lágrima que cae por un recuerdo.


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