lunes, 27 de octubre de 2008

De cronopio a cronopio


De cronopio a cronopio
(o qué puede ocurrir cuando dos entes húmedos y verdes se comunican en la distancia)

- ¿Te cuento un secreto?

- Por favor.

- ¿O prefieres varios?

- Varios.

- Está bien. Las lágrimas me dan asco, más asco que cualquier otra cosa; el sudor me encanta; me gusta quemarme el paladar con la sopa y el café; detesto la sobremesa y el olor a aliento; si tuviera que elegir algún poder, elegiría el de ser invisible: me gusta mirar; no me gusta que la gente se acerque a mí cuando habla y no tengo nombre (huyo de él).

- ¿Todo eso es verdad?

- Sí.

- ¿No tienes nombre?

- No. Para dirigirte a mí tienes que tocarme.

- ¿Quieres que me dirija a ti?

- Así es.

- Pues ven a buscarme.

- ¿Dónde estás?

- En la tercera estrella después de la luna, a la derecha según vienes de la tierra.

- Tardaré unos treinta millones de años (estoy en un agujero negro). ¿Me esperas?

- Siempre.

- Comienzo, entonces, mi viaje. Pero antes, quiero proponerte algo.

- ¿De qué se trata?

- Es una idea mía, genuina, y pensada para ti.

- Dime.

- Teniendo en cuenta lo imposible del atractivo de tus bíceps y el imán tortuoso de tus ojos, he concluido que serán muchas las aventureras y usurpadoras que intenten ofrecerte un amor teñido de rubio platino (o lleno de rizos y baños). Te propongo, como distracción, que vayas hilando una tela. Cada vez que alguna de estas jóvenes, irrespetuosas mujercitas llame a tu puerta con promesas de azúcares y multiorgasmos, tú le dirás: "cuando acabe de hilar esta tela". ¿Qué te parece?

- ¿Tendré que pasar treinta millones de años tejiendo?

- Si aceptas, así deberá ser. Pero cuando te encuentre, seré yo quien haga las más infinitas y perfeccionadas trenzas con tu cuerpo.

- Me parece una idea maravillosa.

- Cuando estemos juntos nos envolveremos en nuestra tela, treinta millones de años más cierta que cualquiera de aquellas vanas promesas.

- ¿De qué material la quieres?

- Sabía que te gustaría mi idea. Déjame que piense...quiero que tenga un pétalo de azahar, tres gramos de sonido de chicharra a mediodía, medio punto de sabor de axila.. A ver, qué más... Quiero algo de esa luz parpadeante que marea en las discotecas de saturno y mil setecientos litros de ceniza de orión. Diez relámpagos del día en que nací y un rincón húmedo de agua de marte. De agua de marte con tequila.

- Está bien, pero tiene que ir entreverada con hoja de alcachofa.

- Acepto.

- ¡Cuánta alegría! Empezaré ahora mismo a tejerla. Aunque antes tendré que ir al huerto de venus, por lo de las alcachofas.

- Ve. Nos vemos dentro de treinta millones de años.

- Aquí estaré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Exquisito. Ponle también besos de una noche de San juan.

Anónimo dijo...

De nuevo, me encanta, Farrah! Una deliciosa vuelta de tuerca.

Besos. Ara.